jueves, octubre 15, 2015

Usted puede y debe ser santo



 La salvación NO depende de algo externo.

Queridos hermanos y hermanas, su salvación depende de su amor a Jesús, sus obras de misericordia al projimo y su entrega a Dios. Usted recibe personas que le dicen "venimos a interpretar la Biblia", sepa que la Palabra de Dios ha sido interpretada por los Padres de la Iglesia Católica entre los siglos II y siglo VIII.

"Se viene el armagedon y los católicos van a morir"  dicen los testigos de Jehová y buscan asustar con ello y que usted diga ¿cómo puedo salvarme?

Filipenses 1, 21-24
21 Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia. 22 Pero si el vivir en la carne, esto significa para mí una labor fructífera, entonces, no sé cuál escoger 23 pues de ambos lados me siento apremiado, teniendo el deseo de partir y estar con Cristo, pues eso es mucho mejor; 24 y sin embargo, continuar en la carne es más necesario por causa de vosotros

Galatas 2, 20:
Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Si usted busca la salvación en Jesús la hallará:

Mateo 7, 7-8
7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8 Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

 Jesús nos dice: “Sed santos como vuestro Padre celestial es santo” (Mateo 5,48).
“Sed santos, porque yo vuestro Dios soy santo” (Levitico 19,2; 20,26).

  Santa Teresa de Jesús nos habla de que hay que tener una "determinada determinación", una decisión seria de querer ser santos. Evidentemente, las personas que tienen una voluntad muy débil y que se quedan en bonitos deseos, pero no ponen de su parte y no se esfuerzan, nunca podrán llegar a ser santos, mientras no adquieran esa fuerza de voluntad que es necesaria para hacer grandes cosas.
Toda vocación, incluida la del matrimonio, es un compromiso de fidelidad, lo cual implica un riesgo, pero vale la pena arriesgarse como se arriesga el sembrador al echar la semilla o quien se va de viaje o quien comienza una empresa. El que no quiere correr riesgos y no se arriesga, nunca hará nada que valga la pena. Por eso, cada vez hay más hombres que no quieren casarse, y prefieren divertirse como solteros o, a lo sumo, convivir para poder después romper fácilmente el compromiso matrimonial.

Pareciera que hoy la mayor parte de la gente no quiere compromisos definitivos. Pero la vocación es una elección libre, responsable y definitiva, para toda la vida. Compromete toda la vida hasta sus últimas consecuencias. Es una entrega total. Por eso, hay que cultivar todos los días la fidelidad a la propia vocación, siendo fiel en los más pequeños detalles. Hay que evitar los permisivismos, que ofuscan la mente y el corazón, pues nos hacen huir del sacrificio y del esfuerzo, buscando el mínimo esfuerzo y haciendo siempre lo mínimo indispensable.

  Lamentablemente, hay muchos hogares, conventos y seminarios en los que se ofrecen toda clase de comodidades y se exige muy poco, y por este camino nunca se conseguirán verdaderas vocaciones. La auténtica vocación muere en un ambiente de mediocridad. Los medios términos y las medias tintas la dejan fuera de combate. La vocación debe cultivarse cada día en la renuncia a muchas cosas buenas, pero inconvenientes.

  La santidad no se improvisa, no se consigue de un día para otro. La santidad es un camino de subida hacia la altura y supone esfuerzo y trabajo personal. Es sólo para esforzados que tienen fuerza de voluntad y saben perseverar sin volver atrás. Quizás necesites toda la vida para prepararte y madurar lo suficiente, o quizás Dios te regale la santidad en el último momento como un don, en consideración a tantos años de oración, pidiéndole esta gracia. Dios tiene caminos distintos para cada uno.

Lo importante es no desanimarte nunca en este camino, que, a veces, está lleno de piedras y espinas. Tu camino es único y distinto al de todos los otros santos. Dios tiene para ti un plan único. Tú no eres una fotocopia de otros santos, sino una flor única en el jardín de Dios. Por eso, no dejes nunca tu oración personal por muy cansado que estés y, dado que la santidad es una conquista personal y un regalo de Dios, debes pedirla todos los días. Dile todos los días: “Señor, hazme santo”. Y pide a todos los que puedas que te ayuden con sus oraciones por “una intención especial”. Así podrás obtener muchas bendiciones, porque otros muchos te encomiendan en sus oraciones.

 La tradición de la Iglesia católica presente en el Via Crucis nos informan que Jesús cayó tres veces cuando iba de camino al Golgota, y se levantó también tres veces.

  El Papa Juan Pablo II, en la carta apostólica “Novo Millennio ineunte”, dice: “El ideal de perfección no ha de ser malentendido como si implicase una especie de vida extraordinaria, practicable sólo por algunos “genios” de la santidad. Los caminos de la santidad son múltiples y adecuados a la vocación de cada uno. Doy gracias al Señor que me ha concedido beatificar y canonizar durante estos años a tantos cristianos, y entre ellos a muchos laicos, que se han santificado en las circunstancias más ordinarias de la vida. Ahora es el momento de proponer de nuevo a todos con convicción este “alto grado” de la vida cristiana ordinaria”.

  SANTOS DIFERENTES
Si analizas la historia de la Iglesia, verás cómo ha habido santos de todos los colores, de todas las razas y en todos los tiempos y lugares. Ninguna profesión tiene la exclusiva de la santidad y ninguna esta excluida de ella. Hay santos para todos los gustos, desde niños pequeños a abuelitos, desde débiles doncellas a robustos soldados, desde reyes o Papas a agricultores analfabetos. Veamos algunos ejemplos:

REYES: San Luis Rey de Francia y San Fernando, rey de Castilla. Santa Isabel de Hungría o Santa Isabel de Portugal.

SOLDADOS: San Sebastián, el capitán romano que murió mártir, atravesado por varias flechas. Y tantos otros mártires de las legiones romanas en los primeros siglos de cristianismo.

PROFESORES: San Juan Bosco, Marcelino Champagnat y tantos santos y santas dedicados a la educación de la niñez y de la juventud.

POLÍTICOS: Santo Tomas Moro, nombrado el 3-10-2000, por el Papa Juan Pablo II como el patrono de los políticos. Él ocupó el cargo de canciller de Inglaterra y, por oponerse a la anulación del matrimonio del Rey Enrique VIII, fue decapitado en 1535.

MADRES DE FAMILIA: Santa Mónica, la madre de San Agustín. Santa Francisca Romana, que tuvo 3 hijos y ayudaba admirablemente a todos los necesitados. Santa Catalina de Génova, la santa del purgatorio, que consiguió convertir a su esposo con su vida sacrificada y santa; al igual que la Beata Ana María Taigi y miles y miles de madres santas, reconocidas por la Iglesia.

NIÑOS: San Pelayo y San Tarsicio, que fueron cruelmente asesinados por amor a Jesús. Y los beatos Jacinta y Francisco, videntes de Fátima.

SABIOS: San Jerónimo, San Agustín, Santo Tomás de Aquino y tantos otros doctores de la Iglesia.

ESCLAVOS: Santa Baquita, la joven africana, cinco veces vendida y cinco veces comprada como esclava. Se hizo religiosa y llegó a ser un ejemplo de santidad en el convento.

INDÍGENAS: San Juan Diego, el vidente de la Virgen de Guadalupe, y Katerina Tekakwitha (1659-1682), apache de USA, beatificada el 22 de junio de 1980.

MÉDICOS: San Cosme y San Damián, que por su caridad desinteresada, al final, terminaron siendo mártires de nuestra fe.

ZAPATEROS: San Crispín y San Crispiniano, dos mártires del siglo III

EMPLEADAS DE HOGAR: Santa Zita, que desde los 12 años sirvió como empleada en una familia distinguida hasta su muerte, o Angela Salawa, beatificada por el Papa Juan Pablo II el 13 de agosto de 1991.

PAPAS: Los beatos Pío IX y Juan XXIII, de feliz memoria, y otros muchos como San Pedro, San Lino, San Cleto... De los 264 Papas, que ha habido hasta ahora, la tercera parte han sido santos. Ninguna profesión tiene un récord tan alto. Y no olvidemos a los cientos de sacerdotes y religiosas, que sería demasiado largo enumerar.

ESPOSOS: San Isidro labrador y su esposa; Luigi y María Beltrame Quattochi (siglo XX) que, según dijo el Papa Juan Pablo II, vivieron una vida ordinaria de modo extraordinario y fueron beatificados el 21 de octubre del 2001. Tuvieron cuatro hijos, dos de ellos sacerdotes.

Incluso, hay familias enteras de santos como la familia de San Basilio y su esposa Emelia con todos sus hijos: Pedro de Sebaste, Gregorio Niseno, Macrina y el grande San Basilio Magno. (siglo IV)

Y también la familia del venerable Tescelín, su esposa la beata Alicia y sus hijos los beatos Guy, Gerardo, Humbelina, Andrés Bartolomé, Nivardo y el gran San Bernardo de Claraval. (siglo XII)

Todos han sido santos por el amor.

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viernes, octubre 02, 2015

Himno: CANTEMOS HOY A LOS ÁNGELES


Cantemos hoy a los ángeles,
custodios nuestros y hermanos,
que velan por los humanos
y van de su bien en pos.
Ven siempre la faz del Padre,
él los ampara benigno,
y luchan contra el maligno
en las batallas de Dios.

¡Oh espíritus inmortales!
Tenéis por reina a María,
sois su vital letanía,
su enamorada legión.
Por vuestro medio nos llegan
dones y gracias del cielo,
la fe, la luz, el consuelo,
la paz y la inspiración.

Terribles como un ejército
bien ordenado en batalla,
vuestra asistencia no falla
contra la insidia infernal.
Silentes guardas y amigos,
de nuestra noche luceros,
seréis nuestros compañeros
en la patria celestial.

La gloria a Dios que ha creado
ejército tan prolijo:
que adore sumiso al Hijo,
su rey y su plenitud,
y que al Espíritu Santo,
terrenos y celestiales,
le rindan universales
tributos de gratitud. Amén.