La economía de la salvación se ha dado en etapas y encuentra en la
resurrección del Hombre-Dios el culmen, por eso hay una sola Buena Noticia que
es “Jesús, el Nazareno, muerto y resucitado para el rescate de todos".Hechos 2, 22.
La muerte redentora de Cristo estaba en el designio divino de salvación(Isaías 53, 11).
Ésta muerte dolorosa de Jesús no fue fruto del azar pertenece al misterio del
designio de Dios (Hechos 2, 23) Jesús resucitado explica esto mismo a los discípulos camino a Emaus. (Lucas 24, 13-33)
La salvación, la “salus animanum”,
la consumación y la bienaventuranza supremas
de las almas, que el cristianismo nos enseña a esperar, las designa él, por
boca del Príncipe de los Apóstoles como fin
de la fe. Fe que es esperanza en la
potencia del Espíritu del Resucitado. Éste es el fruto del árbol de la Cruz.
El anonadamiento de Jesús en la Pasión sobrepuja en gloria a la resurrección, es el
triunfo potencial de honor y gloria, en este vaciamiento de la propia voluntad se
muestra verdaderamente al Hijo que quiere glorificar a su Padre tras lo cual
lleva los recuerdos de la Pasión libremente aceptada.
Nosotros unidos a la Pasión del Hijo de Dios soportamos los dolores y tribulaciones de este mundo con la esperanza puesta en la Vida que vendrá, porque ya nada ni nadie nos podrá separar del amor de Cristo (Romanos 8, 31-39) San Pablo ruega para que nuestro ser entero, el espíritu, el alma y el cuerpo sea conservado sin mancha hasta la venida del Señor (1 Tesalonisenses 5, 23)
Nosotros unidos a la Pasión del Hijo de Dios soportamos los dolores y tribulaciones de este mundo con la esperanza puesta en la Vida que vendrá, porque ya nada ni nadie nos podrá separar del amor de Cristo (Romanos 8, 31-39) San Pablo ruega para que nuestro ser entero, el espíritu, el alma y el cuerpo sea conservado sin mancha hasta la venida del Señor (1 Tesalonisenses 5, 23)
María había profetizado que Dios “enaltece
a los humildes” y el mismo Jesús había dicho “aprendan de mí que soy manso y humilde”. Pero el cuerpo que
reposaba en el sepulcro no era solamente de un hombre humilde, era el Santo de Dios y Dios humanado cuya
alma “descendió a los infiernos” como
profesamos en el Credo, para rescatar a los que dormían en la esperanza de la
resurrección del Mesías. Jesús pasó
haciendo el bien entre los vivos primero y entre los muertos después, para
completar la salvación. Por eso resuena en toda la creación una
alegría que nada la quita.
La resurrección de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo es destino de los mismos. Los miembros abrazan la muerte-siguiendo el ejemplo de la Cabeza- para gloria de Dios, dejando que Cristo al cual ya pertenecen, los inmole. No estamos hablando de suicidio. Sino de aquellos que bautizados son hijos de Dios, confirmados son soldados de Dios, alimentados de Jesús Eucaristía son el nuevo pueblo de Dios. Ya no importa si comen carne o no, ya no importa si beben café o no, la nueva ley en el Espíritu Santo que está en el Resucitado hace nueva todas las cosas.
La resurrección fue de hecho para el Hombre-Dios el comienzo de la
gloria que Él poseía desde el principio, atisbada en la Transustanciación. Jesús no resucitó a una vida humana como la
hija de Jairo, ni como Lázaro. No permanece con los apóstoles y discípulos, entra y sale para llevar la paz a los que estaban acongojados.
La Vida que está en el Padre y en el Hijo, vida sobrenatural y divina, la adquirimos en el Bautismo en la fe
de nuestros padres y padrinos llamados a hacernos madurar en esa misma fe.
Desde ese mismo momento somos engendrados por Dios Padre para ser sus hijos en
la fe y amor al Hijo unigénito. Será responsabilidad de nosotros mismos crecer
en fe y en gracia delante de Dios.
Éste es el Día que hizo el Señor, el Octavo Día: el Día de la Resurrección de Cristo. La obra de la creación culmina en una Obra todavía más grande: la Redención. La primera creación encuentra su sentido y su cumbre en la nueva creación en Cristo, cuyo esplendor sobrepasa el de la primera. El día sin ocaso, porque ya no habrá más sol, ni luna Dios mismo será quien ilumine la nueva tierra y el nuevo cielo. Apocalipsis 21.22
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Felices Pascuas de Resurrección para todos los que están invitados a la Cena del Señor realizada en la Parusía y que se anticipa ahora con el fruto de la muerte que no mata porque es Vida en abundancia. Dios los bendiga.