Dios tiene un plan donde nosotros damos todo de sí para El.
Isaías 5, 1-7
El vacio que no se llena de Dios no da Paz
El poema de la viña
Voy a cantar en nombre de mi amigo el
canto de mi amado a su viña. Mi amigo tenía una viña en una loma fértil.
La cavó, la limpió de piedras y la plantó
con cepas escogidas; edificó una torre en medio de ella y también excavó un
lagar. El esperaba que diera uvas, pero dio frutos agrios.
Y ahora, habitantes de
Jerusalén y hombres de Judá, sean ustedes los jueces entre mi viña y yo.
¿Qué más se podía hacer por mi viña que yo
no lo haya hecho? Si esperaba que diera uvas, ¿por qué dio frutos agrios?
Y ahora les haré conocer lo que haré con mi
viña; Quitaré su valla, y será destruida, derribaré su cerco y será pisoteada.
La convertiré en una ruina, y no será
podada ni escardada. Crecerán los abrojos y los cardos, y mandaré
a las nubes que no derramen, lluvia sobre ella.
Porque la viña del Señor de
los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantación
predilecta. ¡El esperó de ellos equidad. y hay efusión de sangre; esperó
justicia, y hay gritos de angustia!
El vacio puede ser por no estar haciendo aquello para lo que fuimos creados y estar embuidos en lo que es el mundo:
1 Juan 2, 15-17
No amen al mundo ni las cosas mundanas. Si
alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Porque todo lo que hay en el
mundo es concupiscencia de la carne, codicia de los ojos y ostentación de
riqueza. Todo esto no viene del Padre, sino del mundo; pero el mundo pasa, y con él, su
concupiscencia. En cambio, el que cumple la voluntad de Dios permanece
eternamente.
Siempre nos podemos arrepentir y volver a Dios como el ladrón bueno.
Evangelio según san Lucas 23, 39-47
39 Uno de los malhechores crucificados lo
insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
40 Pero el otro lo increpaba, diciéndole:
«¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él?
41 Nosotros la sufrimos justamente, porque
pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo».
42 Y decía: «Jesús, acuérdate
de mí cuando vengas a establecer tu Reino».
43 El le respondió: «Yo te
aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso».
44 Era alrededor del mediodía. El sol se
eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde.
45 El velo del Templo se rasgó por el medio.
46 Jesús, con un grito, exclamó: «Padre, en
tus manos encomiendo mi espíritu». Y diciendo esto, expiró.
47 Cuando el centurión vio lo que había
pasado, alabó a Dios, exclamando: «Realmente este hombre era un justo».
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