miércoles, noviembre 05, 2014

Vacio de estar en el mundo moderno

 Dios tiene un plan donde nosotros damos todo de sí para El.
El vacio que no se llena de Dios no da Paz
Isaías 5, 1-7
El poema de la viña
 Voy a cantar en nombre de mi amigo el canto de mi amado a su viña. Mi amigo tenía una viña en una loma fértil.
 La cavó, la limpió de piedras y la plantó con cepas escogidas; edificó una torre en medio de ella y también excavó un lagar. El esperaba que diera uvas, pero dio frutos agrios.
 Y ahora, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, sean ustedes los jueces entre mi viña y yo.
 ¿Qué más se podía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? Si esperaba que diera uvas, ¿por qué dio frutos agrios?
 Y ahora les haré conocer lo que haré con mi viña; Quitaré su valla, y será destruida, derribaré su cerco y será pisoteada.
 La convertiré en una ruina, y no será podada ni escardada. Crecerán los abrojos y los cardos, y mandaré a las nubes que no derramen, lluvia sobre ella.
 Porque la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantación predilecta. ¡El esperó de ellos equidad. y hay efusión de sangre; esperó justicia, y hay gritos de angustia! 

      El vacio puede ser por no estar haciendo aquello para lo que fuimos creados y estar embuidos en lo que es el mundo:
 1 Juan 2, 15-17
 No amen al mundo ni las cosas mundanas. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
 Porque todo lo que hay en el mundo es concupiscencia de la carne, codicia de los ojos y ostentación de riqueza. Todo esto no viene del Padre, sino del mundo; pero el mundo pasa, y con él, su concupiscencia. En cambio, el que cumple la voluntad de Dios permanece eternamente.

    Siempre nos podemos arrepentir y volver a Dios como el ladrón bueno.

 Evangelio según san Lucas 23, 39-47

39 Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
40 Pero el otro lo increpaba, diciéndole: «¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él?

41 Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo».
42 Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino».
43 El le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso».
44 Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde.
45 El velo del Templo se rasgó por el medio.
46 Jesús, con un grito, exclamó: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y diciendo esto, expiró.
47 Cuando el centurión vio lo que había pasado, alabó a Dios, exclamando: «Realmente este hombre era un justo».

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