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Vida
incorruptible.
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Gloria del Hijo de Dios en el hijo adoptivo.
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Aliento de
vida, como en Adán.
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Comunicación del
Amor Divino.
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Amor revelado
y revelador.
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Amor que
sobrepuja al conocimiento.
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Comunión con la Santísima Trinidad.
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Inhabitación del Espíritu Santo.
Con la Eucaristía:
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Participamos de
la “conmixtión”: simboliza la unidad del sacrificio celestial y terrenal de
Cristo Uno.
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Nos unimos a las palabras
consecratorias perceptibles a los sentidos y la transubstanciación que
es percibida por la fe.
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Somos consagrados
junto al pan y el vino. Somos Hombres
Espirituales.
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Somos el Cuerpo
Místico de Cristo unidos a Cristo Cabeza.
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Nos aunamos a Su
Voluntad = Entrega y Amor.
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“Somos Cristóforos,
después de comer y beber te haces cuerpo y sangre con Él, participamos de Su
Divina Naturaleza” San Cirilo de Jerusalén.
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Participamos y
recibimos la garantía de la Vida
Divina Eterna. Alegría y gozo.
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Obtenemos fuerza de esa Vida Divina.
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Nos preparamos
para recibir la Visión Beatifica.
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