¿Usted pensó que
María Santísima es discípula privilegiada de la Nueva Ley?
María Santísima Siempre Virgen nació en la Ley Judaica y alcanzó perfección en la Nueva Ley en el Espíritu.
Gálatas 4, 3-5
3Así también nosotros, cuando éramos menores de edad, estábamos sometidos a los elementos del mundo.
3Así también nosotros, cuando éramos menores de edad, estábamos sometidos a los elementos del mundo.
4 Pero cuando se cumplió el tiempo establecido,
Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley,
5 para redimir a os que estaban sometidos a la Ley
y hacernos hijos adoptivos.
María representa al Pueblo Elegido que
esperaba al Mesías.
La Virgen María está sujeta a la Ley de Moisés
En el episodio de la presentación de Jesús en
el templo, San Lucas (Lc 2,22-40) subraya el destino mesiánico de Jesús. Según
el texto lucano, el objetivo inmediato del viaje de la Sagrada Familia de Belén
a Jerusalén es el cumplimiento de la Ley: «Cuando se cumplieron los días de
la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén
para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: "Todo
varón primogénito será consagrado al Señor", y para ofrecer en sacrificio
un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del
Señor» (Lc 2,22-24).
Con este gesto, María y José manifiestan su
propósito de obedecer fielmente a la voluntad de Dios, rechazando toda forma de
privilegio. Su peregrinación al templo de Jerusalén asume el significado de una
consagración a Dios, en el lugar de su presencia.
Mientras la Ley exigía sólo a la madre la
purificación después del parto, Lucas habla de «los días de la purificación
de ellos» (Lc 2,22), tal vez con la intención de indicar a la vez las
prescripciones referentes a la madre y a su Hijo primogénito.
La expresión «purificación» puede
resultarnos sorprendente, pues se refiere a una Madre que, por gracia
singular, había obtenido ser inmaculada desde el primer instante de su
existencia, y a un Niño totalmente santo. Sin embargo, es preciso
recordar que no se trataba de purificarse la conciencia de alguna mancha de
pecado, sino solamente de recuperar la pureza ritual, la cual, de
acuerdo con las ideas de aquel tiempo, quedaba afectada por el simple hecho del
parto, sin que existiera ninguna clase de culpa.
Libro del Profeta Joel: 'Sucederá después de
esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos y vuestras
hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán
visiones'
'Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa
de mi Padre... permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder
desde lo alto' (Lc 24, 49).
Al despedirse de los Apóstoles, Jesús les
dice: 'seréis revestidos de poder desde lo alto' (Lc 24, 49). '...
recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y seréis mis
testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la
tierra' (Hech 1, 8).
Jerusalén ha sido elegida por Cristo mismo (Cfr. Lc 9, 51; Lc 13, 33) como
el lugar del cumplimiento de su misión mesiánica; lugar de su muerte y
resurrección '(Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré': Jn 2,19),
lugar de la Redención. Con la pascua de Jerusalén, el 'tiempo de Cristo' se
prolonga en el 'tiempo de la Iglesia': el momento decisivo será el día de
Pentecostés. 'Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de
entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para
perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén' (Lc
24, 46-47). Este 'comienzo' acontecerá bajo la acción del Espíritu Santo
que, en el inicio de la Iglesia, como Espíritu Creador 'Veni, Creator
Spiritus', prolonga la obra llevada a cabo en el momento de la primera
creación, cuando el Espíritu de Dios 'aleteaba por encima de las aguas' (Gen
1, 2)
CATESISMO DE LA
IGLESIA CATOLICA
Totalmente unida a su Hijo...
964 El papel de María con relación a la Iglesia es
inseparable de su unión con Cristo, deriva directamente de ella. "Esta
unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el
momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte" (LG 57). Se manifiesta
particularmente en la hora de su pasión:
«La Bienaventurada Virgen avanzó en la
peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz.
Allí, por voluntad de Dios, estuvo de pie, sufrió intensamente con su Hijo y se
unió a su sacrificio con corazón de madre que, llena de amor, daba amorosamente
su consentimiento a la inmolación de su Hijo como víctima que Ella había engendrado.
Finalmente, Jesucristo, agonizando en la cruz, la dio como madre al discípulo
con estas palabras: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn 19, 26-27)» (LG 58).
965 Después de la Ascensión de su Hijo, María
"estuvo presente en los comienzos de la Iglesia con sus oraciones" (LG 69). Reunida con los
apóstoles y algunas mujeres, "María pedía con sus oraciones el don del
Espíritu, que en la Anunciación la había cubierto con su sombra" (LG 59).
... también en su Asunción ...
966 "Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada
inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la
tierra, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo y enaltecida por Dios
como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de
los señores y vencedor del pecado y de la muerte" (LG 59; cf. Pío XII, Const.
apo. Munificentissimus Deus, 1 noviembre 1950: DS 3903). La Asunción de
la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de
su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos:
«En el parto te conservaste Virgen, en tu tránsito
no desamparaste al mundo, oh Madre de Dios. Alcanzaste la fuente de la Vida
porque concebiste al Dios viviente, y con tu intercesión salvas de la muerte
nuestras almas (Tropario en el día de la Dormición de la Bienaventurada
Virgen María).
... ella es nuestra Madre en el orden de la gracia
967 Por su total adhesión a la voluntad del Padre, a
la obra redentora de su Hijo, a toda moción del Espíritu Santo, la Virgen María
es para la Iglesia el modelo de la fe y de la caridad. Por eso es "miembro
supereminente y del todo singular de la Iglesia" (LG 53), incluso constituye
"la figura" [typus] de la Iglesia (LG 63)
Luego que Jesús asciende al Cielo, a la derecha del Padre, María Santísima vive en casa de Juan, apostol y evangelista primero en Jerusalén y luego en Efeso. La Virgen va al nuevo culto que hoy llamamos Eucaristia celebrado por los Apóstoles y discípulos
El padre capuchino llamado Miguel de Cosenza, en el Siglo XVII, llamó a María con el título “Nuestra Señora del Santísimo Sacramento”. Y dos siglos más tarde, San Julián Eymard, fundador de los Sacramentinos y apóstol de la eucaristía y de María, dejaba a sus hijos el título y la devoción a Nuestra Señora del Santísimo Sacramento.
¿Qué relación hay, pues, entre eucaristía y María Santísima? ¿Podemos en justicia llamar a María “Nuestra Señora del Santísimo Sacramento”?
María fue el primer Sagrario en el que Cristo puso su morada, recibiendo de su madre la primera adoración como Hijo de Dios que asume la naturaleza humana para redimir al hombre. Imaginémonos cómo trató a Jesús en su seno, qué diálogos de amor con ese Dios al que alimentaba y al mismo tiempo del que Ella misma se alimentaba día y noche. Imaginémonos la delicadeza para con ese Hijo, cuando iba y venía, trabajaba o cocinaba, o iba a la fuente. Pondría su mano sobre el vientre y sentiría moverse a ese hijo suyo que era también, y sobre todo, Hijo de Dios.
María durante esos nueve meses fue viviendo las virtudes teologales.
Vivía la fe. Creía profundamente que ese Hijo que crecía en sus entrañas era Dios Encarnado. Y ella le dio ese trozo de carne y su latido humano. Vivía la esperanza; esa esperanza en el Mesías prometido ya estaba por cumplirse y Ella era la portadora de esa esperanza hecha ya realidad. Vivía el amor; un amor hecho entrega a su Hijo. María entregaba su cuerpo a su Hijo y derramaba e infundía su sangre a su Hijo. Si no hay sangre derramada, el amor es incompleto. Sólo con sangre y sacrificio el amor se autentifica, se aquilata.
Cristo en la eucaristía es su Cuerpo que se entrega y es su Sangre que se derrama para alimento y salvación de todos los hombres. Pero, ¿quién dio a Jesús ese cuerpo humano y esa sangre humana? ¡María!
Por tanto, el mismo cuerpo que recibimos en la Comunión es la misma carne que le dio María para que Jesús se encarnara y se hiciese hombre. Gustemos, valoremos, disfrutemos en la Comunión no sólo el Cuerpo de Cristo sino ese cuerpo que María le dio. Por tanto, tiene todo el encanto, el sabor, la pureza del cuerpo de María. Pero bajo las apariencias del pan y vino. ¡Es la fe, nuestra fe, que ve más allá de ese pan!
María llevó toda su vida una vida eucaristizada, es decir, vivía en continua acción de gracias a Dios por haber sido elegida para ser la Madre de Dios, vivía intercediendo por nosotros, los hijos de Eva, que vivíamos en el exilio, esperando la venida del Mesías y la liberación verdadera. Y como dijo el papa en su encíclica sobre la eucaristía, María es mujer eucaristizada porque vivió la actitudes de toda eucaristía: es mujer de fe, es mujer sacrificada y su presencia reconforta. ¿No es la eucaristía misterio de fe, sacrificio y presencia?
Vivía en continuo sufrimiento, Getsemaní y Calvario. También Ella, como Jesús, fue triturada, como el grano de trigo y como la uva pisoteada, de donde brotará ese pan que se hará Cuerpo de Jesús que nos alimentará y ese mosto que será bebida de salvación.
La eucaristía que vivía María era misteriosa, espiritual, pero real. Su vida fue marcada por la entrega a su Hijo y a los hombres.
¿Por qué en algunos de las apariciones, María pide la comunión? Porque eucaristía y María están estrechamente unidas.
Luego que Jesús asciende al Cielo, a la derecha del Padre, María Santísima vive en casa de Juan, apostol y evangelista primero en Jerusalén y luego en Efeso. La Virgen va al nuevo culto que hoy llamamos Eucaristia celebrado por los Apóstoles y discípulos
El padre capuchino llamado Miguel de Cosenza, en el Siglo XVII, llamó a María con el título “Nuestra Señora del Santísimo Sacramento”. Y dos siglos más tarde, San Julián Eymard, fundador de los Sacramentinos y apóstol de la eucaristía y de María, dejaba a sus hijos el título y la devoción a Nuestra Señora del Santísimo Sacramento.
¿Qué relación hay, pues, entre eucaristía y María Santísima? ¿Podemos en justicia llamar a María “Nuestra Señora del Santísimo Sacramento”?
María fue el primer Sagrario en el que Cristo puso su morada, recibiendo de su madre la primera adoración como Hijo de Dios que asume la naturaleza humana para redimir al hombre. Imaginémonos cómo trató a Jesús en su seno, qué diálogos de amor con ese Dios al que alimentaba y al mismo tiempo del que Ella misma se alimentaba día y noche. Imaginémonos la delicadeza para con ese Hijo, cuando iba y venía, trabajaba o cocinaba, o iba a la fuente. Pondría su mano sobre el vientre y sentiría moverse a ese hijo suyo que era también, y sobre todo, Hijo de Dios.
María durante esos nueve meses fue viviendo las virtudes teologales.
Vivía la fe. Creía profundamente que ese Hijo que crecía en sus entrañas era Dios Encarnado. Y ella le dio ese trozo de carne y su latido humano. Vivía la esperanza; esa esperanza en el Mesías prometido ya estaba por cumplirse y Ella era la portadora de esa esperanza hecha ya realidad. Vivía el amor; un amor hecho entrega a su Hijo. María entregaba su cuerpo a su Hijo y derramaba e infundía su sangre a su Hijo. Si no hay sangre derramada, el amor es incompleto. Sólo con sangre y sacrificio el amor se autentifica, se aquilata.
Cristo en la eucaristía es su Cuerpo que se entrega y es su Sangre que se derrama para alimento y salvación de todos los hombres. Pero, ¿quién dio a Jesús ese cuerpo humano y esa sangre humana? ¡María!
Por tanto, el mismo cuerpo que recibimos en la Comunión es la misma carne que le dio María para que Jesús se encarnara y se hiciese hombre. Gustemos, valoremos, disfrutemos en la Comunión no sólo el Cuerpo de Cristo sino ese cuerpo que María le dio. Por tanto, tiene todo el encanto, el sabor, la pureza del cuerpo de María. Pero bajo las apariencias del pan y vino. ¡Es la fe, nuestra fe, que ve más allá de ese pan!
María llevó toda su vida una vida eucaristizada, es decir, vivía en continua acción de gracias a Dios por haber sido elegida para ser la Madre de Dios, vivía intercediendo por nosotros, los hijos de Eva, que vivíamos en el exilio, esperando la venida del Mesías y la liberación verdadera. Y como dijo el papa en su encíclica sobre la eucaristía, María es mujer eucaristizada porque vivió la actitudes de toda eucaristía: es mujer de fe, es mujer sacrificada y su presencia reconforta. ¿No es la eucaristía misterio de fe, sacrificio y presencia?
Vivía en continuo sufrimiento, Getsemaní y Calvario. También Ella, como Jesús, fue triturada, como el grano de trigo y como la uva pisoteada, de donde brotará ese pan que se hará Cuerpo de Jesús que nos alimentará y ese mosto que será bebida de salvación.
La eucaristía que vivía María era misteriosa, espiritual, pero real. Su vida fue marcada por la entrega a su Hijo y a los hombres.
¿Por qué en algunos de las apariciones, María pide la comunión? Porque eucaristía y María están estrechamente unidas.
- Por lo tanto, Cristo en la eucaristía es sacrificio, alimento, presencia, y María en la eucaristía experimenta:
- El sacrificio de su Hijo una vez más, pues cada misa es vivir el Calvario, y María estuvo al pie del Calvario.
- En la eucaristía María nos vuelve a dar a su Hijo para alimentarnos.
- En la eucaristía, junto al Corazón de su Hijo, palpita el corazón de la Madre. Por tanto en cada misa experimentamos la presencia de Cristo y de María.
No es ciertamente la presencia de María en la
eucaristía una presencia como la de Cristo, real, sustancial. Es más bien una
presencia espiritual que sentimos en el alma. Es María quien nos ofrece el
Cuerpo de su Hijo, pues en cada misa nace, muere y resucita su Hijo por la
salvación de los hombres y la glorificación de su Padre.
Referencias
Referencias
- Catesismo de la Iglesia Católica.
- http://www.mariamediadora.com/Oracion/Newsletter97.h
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