En visperas de Pentecostés hice una experiencia con los alumnos de catequesis.
Primero les expliqué que yo no poseo poderes ni soy diferente a los demás. El exito de la experiencia estaba en manos de Dios.
Nosotros nos paramos en ronda con las palmas de las manos hacia arriba , los ojos cerrados y comenzamos a llamar al Espíritu Santo como hacen los católicos carismaticos. Permanecimos así durante 15 minutos.
Hubo una efusión y todos quedamos llenos del Espíritu Santo.
Luego le dimos gracias a Dios por manifestarse y posteriormente cada uno contó su experiencia.
Una niña que sufre asma sintió que algo la protegía, otra niña sintió calor...
Yo sentí un viento fuerte que venía de arriba (de lo alto)
Analisis: Desde que el Hijo de Dios ascendió a los Cielos, Dios Padre y Dios Hijo nos envian a Dios Espíritu Santo (Jn 15, 26).
El sábado pasado propusé otra experiencia diferente, esta vez basada en las experiencias de Santa Teresa de Avila en "Las moradas".
Nuevamente les explique que yo soy igual a cualquiera y que si Dios se manifestaba era por su misericordia y por su voluntad.
Esta vez estabamos sentados con las palmas de las manos hacia arriba, los ojos cerrados y respirando profundo inflando y vaciando el torax. Permanecimos así durante 20 minutos. Pedimos a Dios que se manifieste, a la Santísima Trinidad, Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo.
Luego le dimos gracias a Dios por manifestarse y posteriormente cada uno contó su experiencia.
Todos sentimos un calor suave en el pecho y algunos vieron colores.
Analisis: Todos los que fuimos bautizados en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo somos habitados por la Santísima Trinidad y le debemos reconocer y tener presente siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario