martes, junio 03, 2014

Lecturas para Meditación y Contemplación



“Tú me escrutas, Señor, y me conoces;
sabes cuando me siento y me levanto,
mi pensamiento percibes desde lejos;
de camino o acostado, tú lo adviertes,
familiares te son todas mis sendas”. Salmo 139, 1-3

“mis huesos no se te ocultaban,
cuando era formado en lo secreto,
tejido en las honduras de la tierra”. Salmo 139, 15

“Porque tú has formado mi cuerpo,
me has tejido en el vientre de mi madre;
te doy gracias por tantas maravillas:
prodigio soy, prodigios tus obras”. Salmo 139, 13-14

“Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó”. Gn 1, 27

Él creó, de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra fijando los tiempos determinados y los límites del lugar donde habían de habitar, con el fin de que buscasen la divinidad, para ver si a tientas la buscaban y la hallaban; por más que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros, pues en Él vivimos, nos movemos y existimos, como han dicho algunos de ustedes: ‘Porque somos también de su linaje’”. Hch 17, 26-28

“Antes de haberte formado Yo en el vientre, te conocía; antes que nacieras te había consagrado profeta. Yo te tenía destinado a las naciones" Jer. 1, 4-5
               
“Bien conozco los designios que abrigo sobre ustedes, Son de paz, no de desgracia; de daros un porvenir cuajado de esperanza”. Jer. 29, 11           

“…de lejos Señor se me apareció. Con amor eterno te he amado por eso te he reservado mi favor”. Jer. 31, 3      
“Pactaré con ellos una alianza eterna –que no revocaré después de ellos- les procuraré el bien y haré que me respeten de corazón”.  Jer. 32, 40-41              
               
“Llámame y te responderé; te mostraré cosas grandes, inaccesibles, que desconocías”. Jer. 33, 3

“A Él, por quienes somos herederos, elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su voluntad, para ser nosotros alabanza de su gloria, los que ya antes esperábamos en Cristo”  Ef 1, 11-12
           
“Por eso doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra”. Ef 3, 14-15. “A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar, confirme al poder que actúa en nosotros”. Ef 3, 20

“En ti busco apoyo desde el vientre,
eres mi fuerza desde el seno materno.
¡A ti dirijo siempre mi alabanza!”. Sal 71, 6
               
“Confía en el Señor y obra bien
vive en la tierra y practica la lealtad,
disfruta pensando en el Señor
y te dará lo que pida tu corazón”. Sal 37, 4
“Cuando gritan, el Señor los oye y los libra de sus angustias”. Sal 34, 18

“Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que Él me ha enviado”. Jn 8, 41-44.
“Yo les he dado la gloria que Tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno; yo en ellos y Tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que Tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a Mí”. Jn 17, 22-23.

“Y nosotros hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tiene. Dios es Amor: y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él”. 1Jn 4, 16. 10. 

“Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! Por eso el mundo no nos conoce porque no le reconoció a Él”.1Jn 3, 1
           
“Todo el que niega al Hijo no posee al Padre. Todo el que confiesa al Hijo posee también al Padre” 1Jn 2, 23.

“Si, pues, ustedes, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!” Mt 7, 11

“Ustedes, pues, sean perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”. Mt 5, 48
“… ya sabe vuestro Padre celestial que tienes necesidad de todo eso. Buscad el Reino de Dios y su justicia y todas esas cosas se darán por añadidura”. Mt 6, 31-33

“… toda dadiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni fase de sombra”. Santiago 1, 17

“El Señor, tu Dios está en medio de ti, ¡un poderoso salvador! Exulta de gozo por ti, te renueva con su amor; danza por ti con gritos de júbilo, como en los días de fiesta”. Sofonías 3, 17-18ª

“Ahora, pues, si de veras me obedeces y guardas mi alianza, serás mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra” Ex. 19, 5
“Buscarás al Señor tu Dios y lo encontrarás si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma” Deut. 4, 29

“Trabajad con sumo cuidado por vuestra salvación, pues es Dios quien, con su benevolencia, realiza en vosotros el ser y el obrar”. Filipenses 2, 13

“Que el mismo Señor nuestro Jesucristo  y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado y que nos ha dado gratuitamente una consolación eterna y una esperanza dichosa, consuele vuestros corazones y los afiance en toda obra y palabra buena”. 2 Tes 2, 16-17

“¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios!”. 2 Co 1, 3-4

“Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las trasgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación”. 2Co 5, 18-19

“Y una fuerte voz que decía desde el trono: Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y Él, ‘Dios con ellos’, será su Dios”. Ap. 21, 3-4

“Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con Él graciosamente todas las cosas? Rm 8, 31-32.

Estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades, ni la altura ni la profundidad ni otra creatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro”. Rm 8, 38.39.

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