sábado, marzo 22, 2014

Reflejad la resurrección




Reflejad la resurrección

 

Tener contacto con la resurrección es haber muerto a todo lo que no es Cristo.
 ¿Es Jesús el Señor de mi vida?
Arrepentíos de vuestros pecados para que seáis perdonados y estéis preparados para el Reino. Alejad de vosotros la maldición de la culpa. Cada uno tiene la suya. Cada uno tiene eso que es contrario a los diez mandamientos de salvación eterna.
Examinaos cada uno con sinceridad y encontraréis el punto en que habéis errado. Humildemente arrepentíos de ello con sinceridad. Desead arrepentiros. No de palabra (de Dios nadie se burla, no se le engaña), sino con la voluntad firme que os lleve a cambiar de vida, a volver a la Ley del Señor. El Reino de los Cielos os espera. Mañana”.
“En el Evangelio se revela la justicia de Dios, por la fe y para la fe, conforme a lo que dice la Escritura: El justo vivirá por la fe” Rm 1, 17

Yo estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí; la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí” Ga 2, 20

Es necesario desechar el miedo: “En el amor no hay lugar para el temor, al contrario, el amor perfecto elimina el temor” (1ª Jn 4, 18) “Nosotros amamos porque Dios nos amó primero…el que ama a Dios debe amar también a su hermano” Jn 4, 19.21.

Ámense constantemente los unos a los otros con un corazón puro, como quienes han sido engendrados de nuevo, no por un germen corruptible, sino incorruptible; la Palabra de Dios, viva y eterna. Esta es la Palabra que les ha sido anunciada, la Buena Noticia.” Pe 1, 22-23, 25.

Sentid esa atracción que emana de la cruz, por la cual el demonio huye:
“Ahora ha llegado el juicio de éste mundo, ahora el Príncipe de éste mundo será arrojado afuera,           y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí” Jn 12, 31-32.

Su preciosísima Sangre lava nuestros pecados:
“Él fue puesto por Dios como instrumento de sacrificio por su propia sangre, gracias a la fe”. Rm 3, 25
 
 “En efecto, es realmente grande el misterio que veneramos:
Él se manifestó en la carne,
fue justificado en el Espíritu,
contemplado por los ángeles,
proclamado a los paganos,
creído en el mundo
y elevado a la gloria”. 1ª Tim 3, 16
 
“No tomen como modelo a éste mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto”. Rm 12, 2

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